lunes, 22 de septiembre de 2008

UN CORAZON LLENO DE ESPADAS

UN CORAZON LLENO DE ESPADAS

Todavía recuerdo esa mañana soleada, ambientada por una estrecha y muy adornada buseta verde, en la cual me transportaba por razones ilógicas que no vale la pena comentar ahora; al llegar a una avenida muy concurrida la buseta se detuvo para recoger a dos pasajeros muy singulares.

Siendo víctima de esa curiosidad innata que a todos nos captura en el interior de una buseta, bus o colectivo , de curiosear quien se sube a nuestro mismo transporte , me desnuque disimuladamente para detallar estos personajes, porque uno nunca sabe quién se puede subir al mismo bus donde uno viaja ; Quizás se suba el Pibe Valderrama y no dudaría en pedirle un autógrafo y recibirle los 50 que Oscar Julián no le quiso aceptar.

Tal vez Jaider, el controversial ganador de protagonistas de novela. Lo felicitaría por escupirle un baldado de frialdad a esta televisión falsa, mentirosa e hipócrita que tenemos, y lo de su mala actuación hasta se lo perdonaría.

O de pronto se sube Yidis Medina dándonos la oportunidad de acercarnos y susurrarle al oído que si le creemos lo que dice; en fin, las posibilidades son muchas, pero definitivamente lo que vi supera en creces todo esto. En total silencio y con una sonrisa inocente escondida en sus labios se sube un niño de unos 7 años con su papa. Este niño tenía algo particular , junto a su cabeza emergía del cuello de su camisa , más exactamente por su espalda, la agarradera ( o el mango, como dicen en mi tierrita) de algo que a lo lejos se podía distinguir como una grandiosa, mágica y asesina espada de plástico que se resguardaba entre su espalda y su camisa a cuadros. Su papa, como si nada, ayuda a su hijo a subir la escala mientras cancela el precio del pasaje. La buseta se lleno de asombro. La escena no demoro en robarme una sonrisa y alegrarme el día, mientras los demás pasajeros abrían sus ojos, como sintiéndose amenazados por tan deslumbrante objeto filoso y corto punzante que este menor de edad portaba con orgullo y serenidad.

Inmediatamente mi mente e inspiración salieron de ese pico y placa indefinido en el que estaban y me señalaron la seguridad y confianza que este niño mostraba.

No solo se sentía seguro el portador del arma, también estaba dispuesto a defender a capa y ESPADA a su padre, en caso de cualquier situación de peligro inminente, al fin y al cabo, solo uno de los dos llevaba un arma y en este caso el niño era el elegido. Sin preocuparse por salvoconductos, atracadores o dragones se sentaron en unas bancas verdes como la buseta y continuaron así su viaje.

Si, la seguridad se le notaba en el rostro, en la manera de caminar, aun en sus gestos. Cuantas veces me he sentido así de seguro como este gladiador de 7 años? Cuantas veces he caminado, hablado o vivido con esa serenidad y confianza de que todo esté bajo control, que nada me puede pasar por que tengo esa Súper espada conmigo?

Activando mi rebobinador, me he sentido así varias veces y lo peor es que después de identificar cual era mi espada en esas épocas de “Seguridad” , me sentí más desprotegido, estafado y engañado que nunca. En ocasiones, como a muchas personas, esa espada fue mi trabajo, sentirse único, hermético, intocable y protegido; vivir ese espejismo de seguridad y estabilidad económica que te hace sentir el dueño del mundo. Otras veces fue una relación sentimental. Cuando estas enamorado el mundo sobra, el universo es muy pequeño para contenerte, los problemas son como cucarachas, todo es perfecto, te sientes seguro y completo. Otra veces esa espada fue algún talento o habilidad que te hace sobresalir y esperar el reconocimiento de los demás, esta espada te hace sentir indispensable, esencial en el total desarrollo del universo. Te conviertes en un Aristóteles moderno , imaginándote que todo el universo gira alrededor de ti, mientras la realidad dice otra cosa. Muchas veces nuestra espada es una carrera universitaria, un trofeo, un rostro bonito, una cuenta abundante que tu papi llena constantemente o simplemente tu mismo. Es que los jóvenes necesitamos sentirnos seguros de algo, o en algo. Seguros de estar en algún lugar, seguros de pertenecer a cualquier cosa, haciendo algo especifico así no sea productivo, es mas, así no le interese a nadie, pero, mientras nos den seguridad todo está bien, todo está “bajo” control.

Esto me recuerda el suceso bíblico donde Eliseo acompaña a unos personajes que van cortar madera y mientras están cortando los arboles, a uno de estos personajes ( el más lento, diría yo, porque A quien se le ocurre cortar un árbol que se encuentra a la orilla de un rio?) se le cae el hacha al rio. Al percatarse de su pérdida dijo algo que muchos de nosotros olvidamos decir o reconocer en situaciones parecidas: ¡!!! AHHHHhhh El hacha era prestada!!!!!! .

Tal vez no parezca una situación muy crítica o extremadamente preocupante para nosotros pero, seguramente para el sí. Que ocurre con nosotros en el momento que se nos cae el hacha, espada, cuchillo o machete o cualquier objeto corto punzante que en este caso represente una seguridad para nosotros? Como nos sentimos después de perder, sin querer, eso que le da la fuerza a nuestra seguridad?. Para comenzar es difícil reconocer que el hacha, la espada o cortaúñas que tengamos es prestado. Si, es prestado, no nos pertenece, no es NUESTRA, tiene grabado un nombre que no es el de nosotros; porque todo lo que tenemos, lo reconozcamos o no, procede de Dios.

Es cierto, muchas veces perdí mi hacha o espada por andar cortando arboles donde no debía, o tal vez , porque Dios lo quiso así. El quiso que perdiera eso que me daba esa seguridad temporal. Solo en esos momentos fríos , solitarios y miserables es cuando nos percatamos del vacío que esa espada dejo en nuestra espalda, o el vacio del hacha en nuestra mano, la terrible ausencia de esa seguridad en nuestro corazón.

Y es ahí donde ha llego su misericordia y amor a llenarlo todo y demostrarme que no tengo nada que EL no me haya dado. Para enseñarme que no necesito una espada, una hacha o un picahielos para sentirme seguro o confiado, porque al igual que ese niño de la buseta, Mi padre viene detrás de mí, cuidando mis espaldas, haciendo real una seguridad que me hace amarlo sin muchas preguntas. Haciendo efectivo eso que me dijo una vez , cuando prometió que estaría conmigo todos los días hasta el fin del mundo. Me enseño que no necesito saber , tener o hacer algo para sentirme útil, para El siempre seré importante e indispensable.

Aprendí que El permite que yo tenga espadas en mi mano , que las disfrute y las aproveche, sin olvidar que no me pertenecen y que ni seguridad no descansa en el arma, sino en el Padre que viene conmigo.

Señor , Gracias por darme lo que nunca me he merecido, y por creer en mi aun en medio de mi propia incredulidad. Tu amor ha roto mis esquemas, tu realidad destroza mis pensamientos erróneos. no se en cual manicomio estaría si tu no fueras mi cordura. Es un honor depender de ti mi Padre eterno.

No hay comentarios: